Buenos días a todos, ya estoy de vuelta. Ya he pasado el calvario de la operación de cambio de prótesis y de pelear con una bacteria que se encontró donde estaba la prótesis. 21 días de ingreso, 21 días de suplicio, sobre todo los últimos 15 días, porque yo me encontraba bien, pero por culpa del «bicho» me tuve que quedar para hacer limpio.
El otro día, creo recordar, decíais algo sobre qué notas que echas en falta de la gente. Yo de la gente de la calle ya no espero nada. Ahora camino con muletas y les viene justo apartarse para que pueda pasar, aunque la mayoría de las veces me acabo apartando yo. Pero eso es otro cometido: falta de empatía, de educación y algunas cosas más.
La que me preocupa es la gente de casa. Creo que ellos se piensan que soy el mismo de siempre, con la misma chispa, la sonrisa en los labios y tu carácter afable y extrovertido, pero eso no es así. El carácter va cambiando, mis costumbres van cambiando, yo no soy yo. Ahora eres otro, el que cada vez le cuesta más hacer las cosas, el que le cuesta más despertarse y cuya respuesta es más lenta. Te cuesta procesar muchas cosas, te cuesta despertar despejado como antes, pero ahora no estamos en antes, estamos en ahora.
A mí, por la mañana, me cuesta mucho estar por las cosas. No coordino como antaño, estoy lento y me doy cuenta de que esto va a más. Me preocupa y me come mucha energía. Por eso me cuesta estar atento y prestar la atención debida a las cosas, a los encargos y, en definitiva, al día a día. Es una pena que no tengamos los recursos suficientes para que las familias pudieran hacer unos cursillos de preparación: saber qué hacer, cómo quitar hierro al asunto, cómo tener mayor empatía (esto es un poco más complicado, porque se tiene o no se tiene), cómo gestionar un brote.
Yo tuve un brote estando en la clínica, y os garantizo que se pasa muy mal. Fue la primera y segunda noche, y no lo recomiendo a nadie. Me hubiera liado a ostias con todos, pero era cosa mía y la pude resolver con mucha concentración y mucha energía, que me costó una vida recuperar y volver a ser más o menos yo.
Antes, en 10 minutos me duchaba. Ahora, con todo y con el postoperatorio que no estoy al cien por cien, hemos pasado a casi 20 o 25 minutos para hacer lo mismo. Mi ritmo ya no es el que era. Tienes que vigilar el doble para no cortarte cuando te afeitas o cuando te depilas. En la ducha, piano piano. Solo de pensar en resbalar y que te pase algo, ya de por sí vas más lento. Comiendo vas más lento. Todo se vuelve lento, incluida tu vida.
No sé si este escrito os sirve para algo, pero es una parte de mis síntomas invisibles que cada vez son más visibles.

Ramón Puigoriol Jorda
Mi nombre es Ramón y tengo párkinson desde hace 8 años. De los 8 trabajé cinco que es lo que me dijo el neurólogo que trabajaría y a los 5 me arreó un "viaje" impresionante. Mi párkinson es doloroso y me limita para muchas cosas.
- Me gusta: La familia, los amigos y todo lo que te llena y reconforta en esta vida
- Detesto: la enfermedad que tengo