El papel de la microbiota en el eje intestino-cerebro y su importancia en el párkinson

El papel de la microbiota en el eje intestino-cerebro y su importancia en el párkinson_Lucía Ferro
Un número cada vez mayor de estudios científicos destacan el papel crucial que desempeña la microbiota intestinal en el inicio y progresión del párkinson.

*Artículo basado en el contenido expuesto por la neuro-nutricionista Verónica Picone en los directos llevados a cabo en octubre de 2024 en la cuenta de Instagram de Párkinson Joven.

El párkinson no solo afecta al cerebro; cada vez más estudios científicos destacan el papel crucial que desempeña el intestino, específicamente la microbiota intestinal, en el inicio y progresión de esta patología neurodegenerativa. Durante nuestra conversación con la neuro-nutricionista Verónica Picone, exploramos cómo nuestras elecciones alimenticias impactan en el equilibrio de la microbiota y, por ende, en la salud cerebral.

La microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan principalmente en el tracto gastrointestinal, aunque también se encuentran en la piel, mucosas y otros tejidos. Desde el nacimiento, al atravesar el canal vaginal, somos colonizados por bacterias esenciales para nuestra salud. Estas bacterias no solo ayudan en la digestión, sino que también regulan el sistema inmunológico, producen vitaminas y participan en la síntesis de neurotransmisores como el GABA y la serotonina, fundamentales para la función cerebral.

Cuando esta comunidad microbiana está en equilibrio (un estado conocido como eubiosis) contribuye a nuestra salud. Sin embargo, factores como la dieta, el estrés, el uso de antibióticos, o incluso la contaminación, pueden alterar este equilibrio y llevar a un estado de disbiosis, afectando negativamente la salud cerebral.

Pero veamos más en detalle a esa extensísima comunidad de microorganismos que triplican en cantidad a las células que conforman nuestro organismo.

El eje intestino-cerebro

Estudiando esta relación, las investigaciones recientes han destacado un vínculo fundamental entre la microbiota intestinal y el cerebro, conocido como el eje intestino-cerebro.

El eje intestino-cerebro es una red bidireccional de comunicación entre el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal, que involucra mecanismos complejos de señalización neuronal, inmunológica y endocrina.

Su relación con el párkinson

El interés por el eje intestino-cerebro surge de observaciones clínicas: muchos pacientes con párkinson experimentan síntomas gastrointestinales, como estreñimiento, años antes de los síntomas motores.

En el contexto del párkinson, esta conexión intestino-cerebro tiene un papel crucial en la iniciación y progresión de la enfermedad. Y se escenifica mediante tres vías principales:

1. Comunicación a través del nervio vago

El nervio vago es una autopista de señales entre el cerebro y el intestino. Las neuronas intestinales, que pueden verse afectadas en etapas tempranas del párkinson, envían información directamente al cerebro. Según teorías recientes, la acumulación de alfasinucleína en el tracto intestinal puede migrar al cerebro a través de este nervio, contribuyendo a los cambios neurodegenerativos típicos de la enfermedad.

2. Respuesta inmunológica y neuroinflamación

La microbiota intestinal influye en el sistema inmunológico, regulando la producción de citoquinas y otros mediadores inflamatorios. En casos de disbiosis, estas señales se descontrolan, activando una respuesta inflamatoria que puede cruzar al cerebro. Esta neuroinflamación es un factor clave en la muerte neuronal y la progresión del párkinson.

3. Producción de neurotransmisores y metabolitos

Las bacterias intestinales tienen la capacidad de sintetizar neurotransmisores como GABA y serotonina, fundamentales para la salud emocional y motora. Además, generan ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como el butirato, que son neuroprotectores naturales. En el párkinson, una microbiota desequilibrada reduce la producción de estos compuestos esenciales, dejando el cerebro más vulnerable al daño.

Teorías sobre el origen intestinal del párkinson

Una de las teorías más recientes sobre la progresión del párkinson sugiere que el daño de las neuronas comienza en el intestino. Algunos estudios proponen que una disfunción en las células neuronales del intestino, probablemente provocada por una reacción del sistema inmune exacerbada, podría ser la primera manifestación de la enfermedad. Esta inflamación intestinal podría desencadenar un daño en las neuronas entéricas, que luego se propaga al cerebro a través del nervio vago.

Otra teoría, propuesta por el patólogo alemán Heiko Braak, postula que la proteína alfasinucleína, que se acumula en el cerebro en los pacientes con párkinson, podría empezar a acumularse en el tracto gastrointestinal, y desde allí, migrar al cerebro. Esta proteína mal plegada se postula como la responsable del daño neuronal en el cerebro, siendo el intestino un lugar clave en el inicio de la enfermedad.

Un enfoque integrativo: el futuro del tratamiento

Aunque todos estos hallazgos subrayan la complejidad del párkinson, también abren nuevas puertas hacia tratamientos más integrales.

Como explicó Verónica Picone en el directo de Instagram de Párkinson Joven, “la nutrición es un pilar fundamental para abordar el párkinson desde un enfoque integrativo.”

Estrategias para mejorar la microbiota en el párkinson

Los cambios en el estilo de vida, especialmente en la alimentación, son intervenciones accesibles y efectivas que pueden marcar una gran diferencia.

Adopta una dieta mediterránea

  • Características: Rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y pescado.
  • Beneficios: Esta dieta antiinflamatoria mejora la diversidad de la microbiota y promueve la producción de ácidos grasos de cadena corta, que actúan como neuroprotectores.
  • Qué evitar: Alimentos procesados, grasas trans y azúcares añadidos.

Aumenta el consumo de fibra

  • Recomendación diaria: 30 g de fibra, obtenida de frutas (preferiblemente con cáscara), verduras, semillas y cereales integrales.
  • Beneficios: La fibra promueve el tránsito intestinal y alimenta a las bacterias beneficiosas, ayudando a mantener la barrera intestinal.

Introduce probióticos y prebióticos

  • Fuentes naturales de probióticos: Yogures sin lactosa, kéfir, vegetales fermentados como el chucrut.
  • Prebióticos: Alimentos como ajo, cebolla, espárragos y plátanos que sirven de alimento para las bacterias beneficiosas.
  • Suplementación: Antes de tomar probióticos comerciales, consulta a un especialista para elegir las cepas adecuadas.

Evita alimentos que dañan la barrera intestinal

  • Lácteos: La caseína en la leche puede atravesar la barrera intestinal dañada, desencadenando inflamación. Opta por alternativas vegetales como leche de almendra o arroz.
  • Gluten: Incluso en ausencia de enfermedad celíaca, puede agravar la permeabilidad intestinal en algunos pacientes. Sustitúyelo con harinas de almendra, arroz o panes de masa madre.

Hidratación y actividad física

  • Hidratación: Al menos 2 litros de agua al día son esenciales para mantener el tránsito intestinal.
  • Ejercicio: La actividad física regular estimula la motilidad intestinal y reduce el estrés, mejorando indirectamente la microbiota.

Gestión del estrés

El estrés crónico altera el equilibrio de la microbiota y afecta negativamente al eje intestino-cerebro. Practicar técnicas de relajación, como meditación o yoga, puede ser muy beneficioso.

Café, mate y otros aliados

Algunos estudios recientes sugieren que el café y el mate de buena calidad tienen efectos neuroprotectores. Su consumo moderado puede formar parte de una dieta equilibrada, ayudando a reducir el estrés oxidativo y la inflamación.

Conclusiones y un mensaje de esperanza

El estudio de la microbiota en el párkinson es un campo emergente que ya ofrece prometedoras estrategias de tratamiento, desde la suplementación con probióticos hasta el trasplante de microbiota fecal. Si bien aún queda mucho por investigar, lo que está claro es que cuidar de nuestra microbiota es cuidar de nuestra salud en general. Y de nuestra salud cerebral en particular.

Bibliografía

Aquí tienes una lista de referencias bibliográficas relevantes, basadas en estudios recientes sobre la relación entre la microbiota intestinal y la Enfermedad de Parkinson:

  1. Parkinson’s Disease and the Microbiota-Gut-Brain Axis: Una revisión que explora la conexión entre la microbiota intestinal y el eje intestino-cerebro en el Parkinson. Disponible en Springer.
  2. Gut-first Parkinson’s Disease: Estudio sobre cómo la disbiosis intestinal puede preceder a los síntomas motores del Parkinson. Molecular Neurodegeneration.
  3. The link between the gut microbiome, inflammation, and Parkinson’s: Un análisis de cómo la inflamación mediada por la microbiota contribuye a la progresión de la enfermedad. Springer.
  4. Gut Microbiota and Its Repercussion in Parkinson’s Disease: Revisión sistemática sobre la microbiota y su relación con el Parkinson en diferentes poblaciones. MDPI.
  5. The Association Between the Gut Microbiota and Parkinson’s Disease: Meta-análisis que detalla alteraciones específicas de la microbiota en pacientes con Parkinson. Frontiers.
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Lucía Ferro Florentín

Soy Lucía, médica bioquímica y convivo con párkinson. Soy muy curiosa y aprendo rápido. Por eso estudio otra especialidad (también extraña y poco conocida): neurofisiología. Desde mi diagnóstico me he vuelto experta en encontrar información relevante para vivir mejor. Y la comparto.

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