Este sesgo ha limitado y continúa limitando el conocimiento y la atención sanitaria del párkinson. La experiencia de las mujeres que convivimos con el párkinson nos lleva a afirmar y reivindicar con ocasión del 8 de marzo que es necesario un abordaje específico en la investigación y el tratamiento de nuestra enfermedad.
Las publicaciones científicas más recientes avalan ese convencimiento de nuestro colectivo y abogan por incorporar una perspectiva de género en estudios, medicación o terapias para el párkinson.
En este sentido, el párkinson no es diferente a otras muchas enfermedades. La evidencia científica ha demostrado que existen diferencias de género entre hombres y mujeres en cuanto a la salud, y que es necesario hacer estudios teniendo en cuenta esta variable para garantizar la prevención, la mayor precisión en el diagnóstico y la igualdad de derechos de las mujeres a ser atendidas y tratadas eficazmente.
A continuación, voy a revisar los aspectos que, en mi opinión, son más significativos para responder a la pregunta que planteo en el título de este artículo.
1. Es más difícil tener un diagnóstico de párkinson si eres mujer
Y no te cuento si, además, tu edad está entre los 20 y los 50 años, que son los límites entre los que se sitúa la aparición de los síntomas del párkinson de inicio temprano.
En cualquier consulta médica, la condición de ser una mujer joven realmente no juega a favor de un diagnóstico acertado porque se opone a la imagen estereotipada que se tiene de nuestra enfermedad.
Para muestra, un botón: mira lo que aparece cuando haces la siguiente búsqueda en las imágenes de Google: enfermedad de párkinson (clica aquí para ver los resultados).
En el momento de publicar este artículo (07/03/25), tengo que llegar a la imagen número 49 para encontrar una mujer (de edad avanzada), y esta imagen femenina es realmente una excepción en medio del absoluto predominio de hombres ancianos. Por curiosidad, he continuado haciendo scroll en los resultados de la búsqueda y no he podido encontrar una sola imagen de una mujer joven antes de que se agotara mi paciencia.
Estos resultados en Google explican la tardanza en diagnosticar a una mujer joven en edad fértil, ya que su realidad es diferente y se aleja mucho de la imagen que se tiene sobre el párkinson: personas de edad avanzada, mayoritariamente hombres y con temblores.
La ilustradora canadiense Barbara Salsberg Mathews ha publicado recientemente un set de ilustraciones que modifican esta imagen masculina estereotipada en la representación de las cinco etapas del párkinson y la sustituye por la de una mujer joven: te invito a que le eches una ojeada clicando en este enlace.
Habremos llegado muy lejos en nuestras reivindicaciones cuando logremos que imágenes como las de Barbara Salsberg formen parte también del imaginario que la sociedad en general tiene sobre el párkinson y, por ende, de la representación que tiene en mente un profesional de la salud en el momento en que una mujer joven le explica sus síntomas en su consulta.
Sin salir de la consulta, un aspecto que podría parecer banal como es el hecho de que las mujeres solemos asistir solas a las citas médicas con mayor frecuencia que los hombres provoca que sea más probable que minimicemos nuestros síntomas y que esto nos dificulte a la hora de obtener un diagnóstico acertado.
Por último, la tendencia de que las mujeres seamos más proclives que los hombres a tratar temas psicológicos y emocionales también contribuye a que indicios como la depresión no sean identificados como síntomas de párkinson.
2. La fisiología de la mujer es determinante en los síntomas y el tratamiento del párkinson
Fuentes prestigiosas de información como la Parkinson’s Foundation resaltan la necesidad de enfocarse en los síntomas específicos de las mujeres porque, según los expertos, nuestra fisiología influye en el desarrollo, la evolución y el tratamiento del párkinson.
La medicación es un buen ejemplo de ello. Aunque los hombres y las mujeres tomamos medicamentos similares para combatir los síntomas del párkinson, pequeñas variaciones en las medicaciones o en los horarios pueden provocar que las mujeres experimentemos enormes cambios en los síntomas, como una mayor frecuencia a sufrir discinesias o mayor efecto de final de dosis o “wearing off” de la medicación.
Embarazo y lactancia
Esta interrelación entre medicación y síntomas en el tratamiento de mujeres con párkinson tiene sus mayores desafíos durante el embarazo, la lactancia y el ciclo mensual. Los tres son aspectos específicamente femeninos y deficitarios en la investigación del párkinson.
Apenas hay estudios científicos que aclaren el impacto de la enfermedad en el embarazo o la lactancia.
Esta ausencia de literatura científica y la consiguiente ausencia de tutelaje médico añade incertidumbre a dos momentos vitales (embarazo y posparto) que ya de por sí generan inseguridad a las mujeres que los están viviendo.
A esta incertidumbre se suma el hecho de que alrededor de la mitad de las mujeres con párkinson que se embarazan experimentan un empeoramiento de sus síntomas motores y que en el embarazo hay síntomas no motores como la ansiedad, la depresión, las alteraciones del sueño o el estreñimiento que les pueden afectar de forma más notoria.
En relación con la lactancia materna, un aspecto que cualquier mujer que haya dado a luz tiene que abordar para decidir si llevarla a cabo o no, las mujeres con párkinson se ven discriminadas. El motivo es que se sabe muy poco acerca de la absorción de los medicamentos de tratamiento del párkinson en la leche materna y este desconocimiento lleva a los profesionales de la salud directamente a desaconsejar la práctica de la lactancia materna.
Ciclo menstrual
La influencia del ciclo menstrual en los síntomas es otro gran tema que afecta a las mujeres con párkinson. Los expertos señalan que las mujeres en edad fértil sufren un empeoramiento de sus síntomas una semana antes de la menstruación y durante la misma, como fatiga, dolor, malestar y cambios en el estado de ánimo.
Este empeoramiento en los síntomas en función del ciclo menstrual se constata fácilmente en testimonios como el de Judit que hemos recogido dentro de la campaña de concienciación #hazmelofacil y que te invito a consultar clicando aquí.
Muchas gracias de leer hasta aquí. Espero que estas reflexiones te hayan parecido interesantes y que hayan respondido a la pregunta de por qué es necesaria una perspectiva de género que tenga en cuenta a las mujeres en la investigación y tratamiento del párkinson. Y también espero que cada día que pasa sea un 8 de marzo, un paso más que nos acerque a la igualdad de mujeres y hombres.

Inma Lorigados
Soy Inma, periodista y defensora de causas perdidas, también paciente de párkinson. Vivimos juntos desde hace más de 13 años y cada día nuestra convivencia es más difícil. A pesar de lo que me hace sufrir, son muchos los momentos en que disfruto y hay muchos aspectos de mi vida que me hacen sentir bien, como mi perro, mis amigos, mis mercadillos de cachivaches y antigüedades, una buena conversación y seguir aprendiendo cada día. Desde que supe mi diagnóstico, la única opción que siempre contemplé fue la de seguir adelante, sin mirar atrás, con coraje y resiliencia. Esas dos palabras, junto con la paciencia, son las que me animan a levantarme cada día.
- Me gusta: mi perro
- Detesto: la mentira